jueves, 7 de junio de 2012

El Turismo Carretera tiene un virus


El Turismo Carretera tiene un virus… y la gente lo sabe.

Hace más de un mes en los boxes del TC se escuchaba una frase que dice mucho, sobre todo leyendo entre líneas: El TC está resfriado. Y no provino de la boca de cualquiera, sino de Oscar Castellano.

Ayer, charlando con un amante del TC que ha apoyado durante muchos años a pilotos de la categoría, me salió del alma: “El TC tiene un virus…”

La fiebre es la muestra visible de la lucha interna de un organismo vivo por librarse de un patógeno que lo ataca. Eso es exactamente lo que pienso que está sucediendo. La categoría históricamente más importante de nuestro país está siendo afectada en sus raíces por una conducción que va sumando múltiples responsabilidades que restan en lugar de sumar. Para la categoría este 75 aniversario no es de los más felices, al menos de puertas adentro y “sin micrófono”, oficial o no.

El cambio de vereda al “Automovilismo Para Todos” tiene consecuencias negativas que exceden en mucho “la guerra” contra Carburando-Canal 13. La necesidad de ocupar la mayor cantidad de fechas-transmisiones posibles dentro del calendario, aumenta la presión económica sobre los equipos. A la merma de rating se suman las diversas formas de los aficionados de percibir la propaganda oficial entremezclada con la competencia. Muchos han comenzado a mirar solo las finales y hacer zapping ante el rechazo de la propaganda política sobreimpresa. Este fenómeno se está dando no solo en el automovilismo sino que se extiende al fútbol, si bien es harina de otro costal.

Los sponsors, muy pendientes de los resultados de su inversión publicitaria, contemplan preocupados esta realidad que conocen mejor que nadie. Más carreras anuales implican mayor necesidad de dinero, sin hablar de los mayores y crecientes costos en una economía inflacionaria. Menos rating está generando decisiones de emigración de la categoría: los pilotos sin patrocinadores simplemente no pueden correr. Todo parece indicar que si “la categoría y/o el gobierno” no ponen más dinero en forma de un fijo por carrera para el piloto, los saturados pelotones de unos 50 autos buscando lugar en una final serán "historia". La actividad es un negocio que debe cerrar a todos, y no solo a unos pocos. Cuando se rompe el equilibrio de una ecuación cuidadosamente mantenida durante años, el agua busca su nivel.

Si le sumamos lo que todos conocemos sobre la muerte de Guido Falaschi, la salida del HAZ ante la falta de reconocimiento de las responsabilidades sobre un sinnúmero de cosas que fallaron bajo un mentiroso y sostenido paraguas de que “todo estuvo bien”… la presión “difícil de calificar” sobre el JP que determinó su salida de la categoría, y encima la decreciente cantidad de público que asiste a las carreras, no dejan dudas para nadie de algo central: Esta dirigencia actual no está haciendo honor a las responsabilidades que tanta historia hacen indispensables. No siento que haya dispensa alguna para su Presidente, excepto aceptarle la renuncia. Puede resistir y quedarse, incluso acudir al nepotismo e intentar que la “corona” pase a su hijo. Pero no será con la bendición del público ni de los que le dan vida y sangre a la categoría. Basta escuchar los cantitos y gritos de los aficionados destinados al Presidente Aventín. Hay también muchas voces privadas que no gritan pero “off the record” se manifiestan con claridad en el mismo sentido.

El intento de cambiar las reglas bajo el paraguas de la seguridad con sanciones antojadizas a los pilotos en lugar de invertir fuertemente en la seguridad y mejoras profundas de los circuitos es otra muestra de quienes no solo han perdido el camino, sino que mantienen el rumbo sosteniendo algunas medidas que nadie acepta o convalida fuera de ellos mismos.

En definitiva, el TC tiene realmente un virus: Espero que rápidamente pueda desembarazarse de la infección y que las cosas vuelvan a caer por su propio peso y no bajo la presión de la omnipotencia y el prepo. El público aficionado, valor primordial del TC, lo requiere y merece.