Hace un par de años
que no publico notas en este blog sobre nuestro Turismo Carretera. Lo sigo
atentamente desde el año 66, y mi primera carrera la vi en Córdoba de la mano
de mi padre en el 58. ¿Entonces? No me gustan muchas cosas, demasiadas en
realidad, pero que tienen que ver más con las conducciones cuando no cuidan a
quienes están a ambos lados de las alambradas, o cuando manipulan los
reglamentos para beneficiar a unos en desmedro de otros. Y en la “era Aventín”,
ha habido demasiado de ambas cosas. Pero la era terminó… o casi, para ser
honestos.
Lo más destacable
de estos tiempos ha sido el paso al costado de Aventín, su lógico reemplazo por
un hombre de un perfil distinto, que espero le dé a la categoría aquellas cosas
que quienes hemos sido críticos con el ex presidente pedimos desde hace ya
demasiados años: transparencia, menos manipulación en las reglas de juego,
reglamentos claros, penalidades justas y que se cumplan para los que se salen de
las normas de convivencia.
La expulsión de por
vida del escribano-tuerca, solo por un rato, apenas bajo el amparo de un sello
de goma, burlándose sistemáticamente de cualquier dedo acusador, y para
terminar volviendo a la categoría para permanecer actuando “borderline” es algo
que me parece que avergüenza al automovilismo deportivo nacional. El TC escribe
con la mano y borra con el codo, u omite con los actos.
Se hacen esperar
los reconocimientos específicos sobre la responsabilidad que le cabe a la
categoría por las muertes de público, pilotos, o de cualquier persona participante
de cualquier manera en una carrera. Pagar un seguro, llegar a eventuales
arreglos extrajudiciales, y negar sistemáticamente lo que se observa y critica
desde distintos medios que saben de lo que hablan, no es excusa para negar
responsabilidades, calificar a la muerte como “fatalidad”, o simplemente
apretar un rato con mano dura a algunos pilotos para que sirvan como ejemplo y
hasta distracción periodística. Una buena polémica ocupa espacios potencialmente
críticos con cosas más superficiales.
Y hablando de
pilotos, como ejemplo me referiré al “Bebu” Girolami. Tengo grabadas a fuego
escenas en donde lo recuerdo en distintas categorías afectando intencionalmente
a sus compañeros. Tirar a Ortelli contra un paredón (TC2000), seguir a fondo en
las polvaredas sin inmutarse, dejar el auto puesto, su participación en la
muerte de Guido (espero el fallo de la justicia entre otras cosas)… demasiadas
cosas. Su suspensión si se mira en perspectiva es algo que se había ganado hace
mucho tiempo. Suena a poco, y marca algo que falta en nuestro automovilismo.
Uniformidad de criterio en las sanciones, y que éstas sean aplicadas de manera
simultánea en todas las categorías.
Si uno comete un
acto punible en la calle, cuya consecuencia sea la quita de la licencia de
conducir por un determinado período de tiempo, es para todo el territorio de la
nación.
Si un piloto
acumula animaladas y demuestra un perfil peligroso que finalmente “estalla” un
día en una carrera, la suspensión de la licencia debería ser aplicada (por
ejemplo) por la CDA del ACA o un organismo similar creado de manera específica,
y debería alcanzar a todas las categorías nacionales de manera simultánea y por un mismo
período de tiempo.
Cuando un piloto
debe salir de las pistas e irse a su casa a meditar, es casi una burla y como
mínimo un contrasentido que siga corriendo en otras categorías. Es como si
cruzar la Gral. Paz o salir de una Provincia devolviese el registro a quien lo
ha perdido para seguir haciendo lo mismo en la vereda de enfrente.
Reglas… reglas
claras. Hay mucho para opinar.
Hablando de
carreras, y sobre todo en una categoría hoy tan pareja como el TC, noto que
faltan cambios reglamentarios.
Así como las
barridas de pista debieron desaparecer un día como recurso, para limitar a uno
los cambios de trayectoria, también frenar en las curvas debería ser
penalizado.
La escena que
termina con el despiste de Rossi y Ortelli, dejándole al tercero de regalo la
anterior carrera, es el más claro ejemplo de lo mencionado.
Matías es para
muchos el mejor piloto de la Argentina. No para mí, y justamente por utilizar de
manera cada vez más sistemática este recurso hoy no penalizado. Correr para atrás,
frenar delante del que lo viene atacando limpiamente para obligarlo a frenar e
incluso perder posiciones con quien a su vez lo persigue, es un recurso que me
parece indigno de pilotos magistrales como Rossi y otros que de manera
sistemática lo vienen utilizando de manera cada vez más pronunciada.
Los “duros de pasar”
ya no lo están siendo en base a manejar, jugársela, dar espectáculo digna y
noblemente… se malacostumbraron a que “el de adelante manda”, y suponen que
tener detrás a un piloto con códigos, implica que éste les tendrá infinita
paciencia ante sus injustificadas luces de freno en las curvas. Una vez, bueno,
que pase. Todas las vueltas… debe ser ilegal, y penalizado con un pase y siga.
Listo el pollo. Carreras más interesantes, más sobrepasos, y todos felices.
Si alguien toca de
atrás en un exceso, con intención de sacar de la pista al que lo antecede, es
una cosa. Que el de adelante frene para perjudicar al que lo persigue es algo
que se nota a simple vista, ni siquiera puede haber discusión con los CD. Una vez,
bueno, disculpado. Segunda: tarjeta amarilla, pase y siga. Tercera,
eventualmente una carrera después: tarjeta roja. AFUERA.
Algunos llaman a
las reglas claras, “automovilismo de señoritas”. Sin reglas, el deporte se
ensucia, pierde su esencia… permitir “correr para atrás”, equivale a que un
maratonista no se deje pasar por un competidor tapando el camino con su cuerpo,
empujando o tapando con los brazos a quien está por sobrepasarlo. Ridículo,
inadmisible. Reglamentable.
Y los reglamentos
técnicos y su manipulación, son áreas en las que el TC es la categoría que más
quejas justas ha recogido en estos años.
Hoy se está frente
a un escenario extraño. La paridad en clasificación es tal, que podemos contar
30 y hasta 35 autos en un segundo de diferencia. Es único en el mundo.
Lo que está muy
claro, es que en ese escenario, darle a una marca por reglamento algún tipo de
ventaja, pone a mano el ganador siempre y cuando no se rompa. Se puede
esconder, se puede levantar en clasificación para mostrar luego un “misil” en
carrera… siempre el caballo del comisario puede esconderse un rato, hasta que
llega el momento de pisar a fondo… si el motor aguanta, gana el caballo
predilecto.
Los reglamentos son
perfectibles como cualquier actividad humana. Lo malo es que existan caballos
de comisario. Hay muchas formas de criarlos. Se les otorgan ventajas diversas
de manera acumulativa y/o en momentos estratégicos, de manera que al que está
enfrente le sea imposible recuperarse. Se empuja sutilmente (o no) a equipos
para que tomen una u otra determinación… se escribe una historia que conforma
una película que lleva a un determinado desenlace deseado. A veces, demasiadas,
funciona.
En la historia de
Diego Aventín y el escribano hay episodios que han demostrado ventajas
antideportivas, motores fuera de reglamento que eran a simple vista demasiado
superiores al resto. El campeonato que por desclasificación terminó en manos de
Fontana es un recordatorio de lo que se puede hacer. Las penas de por vida, por
un rato, sello de goma mediante y levantadas sin criterio, muestran las “consecuencias”
para un estilo de hacer las cosas. Solo “de pico”, nada en los hechos.
Pero hay diferentes
maneras, algunas reglamentarias, de hacer un caballo de comisario. Mi opinión
es que este año estamos viendo una muy refinada. En determinadas condiciones,
la ventaja de motor es imposible de compensar por otros medios. Y a lo largo de
un año, si el motor no se rompe, los puntos mandan.
Como he mencionado
a Diego, no puedo pasar por algo su expresión respecto a la salida de su padre
de la conducción (y su entrada como vice primero): “Que la chupen”, dijo. Muy bonito.
Muestra un estilo, convicciones, relaciones filiales en su máxima expresión…
para algunos la definición de lo que se ve en la dirigencia actual
del TC se define como nepotismo.
Si la sucesión de
Mazacane parece muy lógica, no me parece que dos hijos de presidentes, previo y
actual, deban estar en cargos ejecutivos. Y mucho menos si además corren en la
categoría.
La disculpa
posterior de Diego Aventín no quita la gravedad del caso. Marca que sus
pensamientos y acciones están absolutamente en línea con los pasos de su padre,
que ignora o desconoce las críticas bien fundadas que ha merecido, que
desprecia a los que piensan diferente… demasiadas cosas encierra esa frase de
herencia Maradoniana. Su pedido de licencia marca simplemente una estrategia,
pero debajo de un libreto. Elegirá en cada ocasión lo que más convenga a sus
intereses, sea o no correcto que quien detenta el cargo de vicepresidente
primero de una categoría corra en ella peleando un campeonato. Eso es cualquier
cosa menos justo y equitativo. Antes era “Junior”, ahora además es “vice”.
Nada de lo que
sucede es nuevo o puede decirse que no se veía venir. La transformación
progresiva de su auto en el “misil” como lo denominó Rossi días atrás, su
nombramiento… hasta su eventual retiro de las carreras calzando la corona…
perdón, atesorando la “Copa de Oro”.
Hay que mirar la
película… y ésta es demasiado obvia. Por eso dejé de escribir sobre el tema
hasta hoy. No hay muchas cosas lindas para contar, y cualquiera se cansa de la
ausencia de buenas noticias.
Como no quiero
terminar la nota bajo un paraguas sombrío, dejo para el final la carrera de
hoy.
Me encanta y alegra
muchísimo ver a alguien que respeto muchísimo como lo es el “Pincho”
Castellano, festejar con alegría el regreso de su hijo Jonatan al primer
escalón del podio. Lo bueno de este TC es que hay muchísimas familias que se
dedican por generaciones con cuerpo y alma a esta categoría. Son la sangre que
alimenta la pasión. Desde el volante, el taller, los boxes. Transpiran TC.
Lo mismo con Josito.
La presencia de un nieto del “loco Luis” en el podio es símbolo de
trascendencia y la misma clase de pasión que encarna el “Pincho”.
¿Y qué podemos
decir de Ortelli? Un caballero, un pilotazo, todo un símbolo para los seguidores
de Chevrolet, y además un ícono para todos los que amamos y admiramos a los que
siempre tienen códigos. ¿Objetan que le pegó a Rossi en la anterior? Justamente
porque es un pilotazo con códigos escribí líneas más arriba sobre la necesidad
de modificar el reglamento.
Todo es
perfectible. Los valores… también. Con reglas claras, conceptos puros, buena
intención y caballerosidad. Si se trabaja para ello, la esencia del deporte no
morirá. Si se pone por delante la billetera… estamos en el horno.