El Turismo Carretera tiene un virus… y la
gente lo sabe.
Hace más de un mes
en los boxes del TC se escuchaba una frase que dice mucho, sobre todo leyendo
entre líneas: El TC está resfriado. Y no provino de la boca de cualquiera, sino
de Oscar Castellano.
Ayer, charlando con
un amante del TC que ha apoyado durante muchos años a pilotos de la categoría,
me salió del alma: “El TC tiene un virus…”
La fiebre es la
muestra visible de la lucha interna de un organismo vivo por librarse de un
patógeno que lo ataca. Eso es exactamente lo que pienso que está sucediendo. La
categoría históricamente más importante de nuestro país está siendo afectada en
sus raíces por una conducción que va sumando múltiples responsabilidades que
restan en lugar de sumar. Para la categoría este 75 aniversario no es de los
más felices, al menos de puertas adentro y “sin micrófono”, oficial o no.
El cambio de vereda
al “Automovilismo Para Todos” tiene consecuencias negativas que exceden en
mucho “la guerra” contra Carburando-Canal 13. La necesidad de ocupar la mayor
cantidad de fechas-transmisiones posibles dentro del calendario, aumenta la
presión económica sobre los equipos. A la merma de rating se suman las diversas
formas de los aficionados de percibir la propaganda oficial entremezclada con la competencia. Muchos han comenzado a mirar solo las finales y hacer zapping ante el rechazo de la
propaganda política sobreimpresa. Este fenómeno se está dando no solo en el automovilismo sino que se extiende al fútbol, si bien es harina de otro costal.
Los sponsors, muy
pendientes de los resultados de su inversión publicitaria,
contemplan preocupados esta realidad que conocen mejor que nadie. Más carreras anuales
implican mayor necesidad de dinero, sin hablar de los mayores y crecientes
costos en una economía inflacionaria. Menos rating está generando decisiones de
emigración de la categoría: los pilotos sin patrocinadores simplemente no pueden
correr. Todo parece indicar que si “la categoría y/o el gobierno” no ponen más
dinero en forma de un fijo por carrera para el piloto, los saturados pelotones
de unos 50 autos buscando lugar en una final serán "historia". La
actividad es un negocio que debe cerrar a todos, y no solo a unos pocos. Cuando
se rompe el equilibrio de una ecuación cuidadosamente mantenida durante años,
el agua busca su nivel.
Si le sumamos lo
que todos conocemos sobre la muerte de Guido Falaschi, la salida del HAZ ante
la falta de reconocimiento de las responsabilidades sobre un sinnúmero de cosas
que fallaron bajo un mentiroso y sostenido paraguas de que “todo estuvo bien”…
la presión “difícil de calificar” sobre el JP que determinó su salida de la
categoría, y encima la decreciente cantidad de público que asiste a las
carreras, no dejan dudas para nadie de algo central: Esta dirigencia actual no
está haciendo honor a las responsabilidades que tanta historia hacen
indispensables. No siento que haya dispensa alguna para su Presidente, excepto aceptarle la renuncia. Puede resistir y quedarse, incluso acudir al nepotismo e intentar
que la “corona” pase a su hijo. Pero no será con la bendición del público ni de
los que le dan vida y sangre a la categoría. Basta escuchar los cantitos y
gritos de los aficionados destinados al Presidente Aventín. Hay también muchas
voces privadas que no gritan pero “off the record” se manifiestan con claridad
en el mismo sentido.
El intento de
cambiar las reglas bajo el paraguas de la seguridad con sanciones antojadizas a los pilotos
en lugar de invertir fuertemente en la seguridad y mejoras profundas de los circuitos es otra
muestra de quienes no solo han perdido el camino, sino que mantienen el rumbo
sosteniendo algunas medidas que nadie acepta o convalida fuera de ellos mismos.
En definitiva, el
TC tiene realmente un virus: Espero que rápidamente pueda desembarazarse de la
infección y que las cosas vuelvan a caer por su propio peso y no bajo la
presión de la omnipotencia y el prepo. El público aficionado, valor primordial
del TC, lo requiere y merece.
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