domingo, 13 de noviembre de 2011

Otra muerte lamentable y a todas vistas prevenible.

Si se puede evitar no es un accidente.

Prevenir es no tener que curar.

La responsabilidad por omisión es tan grande como la directa.

Desde que comencé a escribir sobre in-seguridad en las pistas y las diversas causas que la generan, sentía que las cosas estaban cada vez peor. Esta sensación creciente fue dominando mis emociones respecto al automovilismo argentino, sus dirigentes “complacientes” y todo aquello que va contra mis más profundas convicciones y la esencia del deporte motor.

Esta mañana cuando en una serie del TC lo vi al “Bebu” Girolami haciendo otra de sus maniobras al límite que solo salen bien porque los demás se corren, no pude evitar pensar: acá no Bebu. Esto no perdona. Los pensamientos sombríos no me abandonaban. Luego del accidente de Canapino tenía muy claro que el autódromo no había sido “trabajado” en las áreas que realmente necesitaba. La seguridad “hacía agua” por varios lugares... que ninguna obra hídrica podría solucionar.

Ver al Sr. Aventín, Presidente de la ACTC y a los diversos funcionarios hablando loas sobre las obras y pasando por alto algo que debió haber ameritado la suspensión de la prueba, me impulsó a pensar que estaban mirando otro canal… con imágenes a medida… y que el choque con la realidad podía ser duro.

Las condiciones estaban dadas, y el choque vino. Inapelable. Doloroso, y que espero sirva como bisagra para abandonar tácticas de sistemático desprecio por la seguridad en lo que atañe a infraestructura de los circuitos. En un país como el nuestro no puede ser que no se sepa discriminar entre una vía de escape y una trampa mortal. O que no se construyan bien los pianos. O que no se penalice severamente a los imprudentes. O que los dirigentes saquen circuitos de la galera y contra reloj, para aprobarlos “cuando no queda más remedio”, bajo normas que acaban de escribir por debajo de las que internacionalmente rigen el deporte motor.

Basta de imprudentes que no frenan ante una polvareda, o que dejan el auto puesto cuando no corresponde, o que le tiran el auto encima a otros sabiendo que se correrán ante “el loco de turno”. Imprudencia que se roza con la impericia cuando alguien que no sabe como salir, se mete en situaciones en las que nunca debió entrar. Basta de prepo, basta de “el macho de la cuadra”.

Basta de autoridades que no paran una carrera con bandera de seguridad “porque falta poco… total, en una vuelta no puede pasar nada”.

El periodismo especializado, y por seguro la empresa que transmite la categoría con una tecnología que no deja ningún detalle sin filmar, aportarán material y datos como para deslindar responsabilidades de la mecánica de los hechos. Si este o el otro levantó o no, si fulano intentó ganar una posición pasando al ras de un desparramo… si menganito como de costumbre no frenó… para terminar colisionando… Esto puede servir a algunos, y eventualmente aportar pruebas como para evaluar penalizaciones… una fecha… un tirón de orejas… una multa…

Lamentablemente, en este automovilismo que penaliza “por las consecuencias”, no existe pena escrita por generar accidentes que terminan en muerte. Además, solo se penaliza a los pilotos, cuando son las autoridades de la categoría, el comisariato y las autoridades del autódromo quienes deberían ser puestos en el banquillo… y penalizados.

Basta de llamar “fatalidad” a un accidente seguido de muerte. Si se puede evitar no es un accidente. ¿Y si se pudo pero no se quiso tomar las acciones necesarias ante pruebas de la peligrosidad?

¿Qué harán las autoridades “desautorizadas” del ACA? ¿Seguirán viendo pasivamente como la ACTC dice si, a condiciones en que ellos dicen, dijeron o dirían no? ¿Si no se quedan pasivos, que pueden hacer? ¿Quién manda… es una monarquía?

¿Las autoridades nacionales y provinciales que comparten actos con el Presidente de la ACTC, no tienen nada que decir o recriminarle? ¿Si Aventín se equivocase groseramente en sus funciones presidenciales de la categoría y su error determinase una muerte, quién le reclamaría con derecho, calificación y legitimidad?

¿Los pilotos… hasta cuando seguirán haciendo dócilmente lo que les dicen? ¿Y la unión de pilotos o como fuese que la llamaban? ¿Necesitan más muertes para meterse “en serio” en un tema que conocen mejor que nadie? ¿Por qué tanta mesura al aire, y tanta bronca en el off the record? ¿Se acuerdan del famoso derecho de huelga? ¿Alguien les recordó que si las condiciones de seguridad no están dadas, pueden darse vuelta y abandonar el circuito? Si de una vez por todas lo hicieran, las cosas comenzarían a caer por su propio peso… o al menos, podrían tener absoluta tranquilidad de conciencia… porque su trabajo sobre el auto, debe ser consolidado por todo lo que pueden hacer antes de subir… por ellos mismos, por sus familias, y por la gran familia que los quiere, aprecia y sigue con pasión.

¿Qué más necesitan? Y la pregunta va dirigida… a cada una de las personas que teniendo poder de decisión o capacidad de acción, no hizo lo que pudo haber hecho para prevenir… lo que ahora solo se puede lamentar.

Luis A. Buccino

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