domingo, 11 de septiembre de 2011

La medida de la vara.

Si hay un tema polémico en sí mismo y que con los años no parece encontrar un punto de equilibrio, es la medida de la vara con la que se aplican sanciones a pilotos y equipos en el automovilismo argentino.

Podría pensarse que los errores de fiscalización y control, se corrigen de manera tardía y a veces con sanciones desmesuradas para con los desafortunados de turno.

Para ejemplo, basta un botón dice el refrán.

Cuando los motores de Diego Aventín bajo la supervisión del escribano Hugo Cuervo estaban clara y absolutamente por encima del rendimiento, tardaron hasta la última fecha del año para controlar y encontrar lo que era un secreto a voces: pistones-aros fuera de reglamento. Quita de puntos para esa fecha, y luego una multa risible para lo que era una maniobra absolutamente intencional, y con consecuencias muy evidentes. Jamás olvidaré una carrera de ese año en que las cámaras a bordo mostraban al Falcon de Aventín en plena aceleración, con la sexta de su caja sin funcionar, y a pesar de ello con la quinta “robaba” a cualquiera con pretensiones de acercarse. Nadie pareció inquietarse tampoco ante la evidencia de que el limitador de vueltas no limitaba nada, ni ante la robustez y prestaciones de ese motor, que a pesar de correr sin el cambio más alto, era absolutamente imparable.

El piloto no mereció sanciones posteriores al cierre del campeonato finalmente ganado por Fontana, incluso en una situación de evidente plena conciencia de haber corrido con “más motor” durante un período que abarcó muchas fechas.

Distinto el proceder con Ponce de León en la última aventura “fuera de reglamento” del escribano Cuervo. Ante una violación que más allá de serlo, tiene poca o ninguna consecuencia en las prestaciones (bastaba soldar lo que estaba abulonado), lo dejaron a Ponce sin correr cuando bastaba una sanción, multa y simple revisión post-soldadura. Distinta vara para los pilotos, cuando por el tipo de falta, era más evidente lo de Aventín que para Ponce desde el punto de vista de quien maneja y puede ver que su auto responde con ventaja sobre los otros competidores.

En cuanto al escribano… una multa risible por un PERRO con mayúsculas en un caso, y una actitud… lenta al menos para algo que debió ser un escarmiento ejemplar. Los madrugó con la salida aparente de la escena.

Más allá de la salida y venta (teórica) del equipo, queda un sabor a poco para quien valora las actitudes deportivas… y detesta las que no lo son. Más aún, cuando en los hechos, solo hay un aparente cambio de titularidad de los autos… y el resto parece no cambiar demasiado. ¿El escribano habrá firmado los 08 de las transferencias? Un poco de humor no viene mal en un país en que lamentablemente firman hasta los muertos... Si le agregamos que el escribano “sigue ganando” y metiendo sus autos entre los doce… a confesión de partes…

Otro botón, pero de la ropa de los pilotos.

Es lamentablemente común ver cada lunes las consecuencias y reacciones de quienes durante el fin de semana han sido sancionados por maniobras que perjudican a otros en mayor o menor medida.

Más allá de las maniobras, que por innumerables y conocidas carece de sentido mencionar, lo que no parece tener solución real es la vara con que se mide. No puede cambiarse el criterio constantemente, ni parece que un comisario deportivo pueda ser alguien que no ha sido piloto de primera línea.

Sería interesante probar con pilotos campeones retirados de la competencia, pero que obviamente “se las saben todas, pero desde arriba del auto”. Podrá haber matices, pero la intención así como los errores, son mucho más evidentes para un profesional del volante que para quienes no lo son o han sido.

Por otra parte, si bien algunas decisiones de los comisarios tienen efecto inmediato y por ende un error de juicio perjudica de manera definitiva, sería bueno que temas como la quita de tiempos o penalizaciones, sean revisadas en un lapso breve por un comité de más comisarios, que incluya mayoría de pilotos en su seno. La decisión de aplicar una sanción grave, no puede salir de la esfera de pilotos profesionales. Pueden equivocarse, pero probablemente lo harían menos que lo que se ve en la actualidad.

Luis A. Buccino

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